La titularidad de una escuela toma diferentes formas jurídicas que son el resultado de su adaptación a las necesidades del entorno en cada momento de su historia; fundaciones privadas, cooperativas de padres o de maestros o conjuntas y las mercantiles son las más comunes.
El ciclo de vida de las escuelas en el ámbito de la gestión ha evolucionado pasando de un modelo de gestor-propietario a un modelo de gestor-profesional. La profesionalización facilita la toma de decisiones dando más agilidad al funcionamiento en el día a día y eso es positivo, pero hay que velar para evitar la desvinculación de las personas que forman parte de los órganos de gobierno de algunos aspectos de gestión de la escuela que no son afines a la motivación por la que accedieron a formar parte de una junta de gobierno.
Me quiero centrar en los órganos de gobierno de las escuelas y en estos aspectos no afines que comentaba. Cuando una persona se incorpora a un patronato o un consejo rector lo hace motivada por diferentes razones. Seguramente su nombramiento responde a una necesidad y en unos criterios previamente definidos. Aunque en ocasiones, cuando alguien acepta formar parte de una junta, lo hace sin saber a priori cuáles son sus funciones más allá de las obligaciones y responsabilidades que establece el marco legal. Pero, la realidad de las escuelas pide que cuando una persona acepta formar parte de sus juntas de gobierno, lo haga con visión global y con compromiso directivo y ejecutivo en los diferentes ámbitos de responsabilidad que hay en una escuela.
¿Y en qué frentes debe ser patente la responsabilidad de una junta?
El primero, el estratégico. La escuela se debe a la sociedad y es responsabilidad de los órganos de gobierno estar alerta e identificar cómo evolucionan sus necesidades para definir y ajustar su estrategia a las mismas con equilibrio a los valores fundacionales y sin que la interpretación en el extremo de estos valores sea una barrera para la evolución futura de la organización.
El segundo y tan importante como el estratégico, es el pedagógico. La pedagogía es la razón de ser de la escuela y el proyecto educativo en toda su extensión es aquello por lo que una familia nos elige y nos garantiza el futuro. Los máximos órganos de gobierno de una escuela deben ser partícipes de este ámbito, estableciendo directrices e indicadores que aseguren la coherencia del proyecto educativo a lo que queremos que sea nuestra escuela.
Aquí toma sentido hablar de calidad de escuela. Deberíamos ser capaces de definir indicadores de carácter estratégico que nos permitan orientar nuestras acciones y las del resto de la organización al logro de los objetivos de futuro y del proyecto educativo.
El posicionamiento, es otro frente importante de responsabilidad de los órganos de gobierno de las escuelas. Cuando hablamos de posicionamiento nos referimos lo que le viene a la cabeza a alguien cuando escucha el nombre de nuestra escuela. Es lo que nos diferencia de otra. El posicionamiento de la escuela es el resultado de aspectos tangibles e intangibles y el conjunto de las infinitas interacciones que se dan cada día en su entorno tienen mucho que decir. Saber cómo nos perciben es esencial para definir nuestras actuaciones hacia nuevos posicionamientos o reforzar lo que tenemos.
El económico es otro frente que las personas que forman parte de los órganos de gobierno tienen entre sus responsabilidades. El hecho de que económica y financieramente en las escuelas se gestionan recursos de las familias, su carácter social junto con el hecho de que en muchos casos se opera bajo formas jurídicas que no tienen objetivo de lucro puede llevar a concepciones equivocadas de lo que se necesita en la gestión de los recursos de una escuela. Cualquier decisión en este ámbito tiene efectos sobre la financiación y éste es esencial para impulsar cualquier tipo de estrategia y proyecto. La financiación es una de las responsabilidades de las personas que forman parte de los órganos de gobierno de las escuelas.
El último frente y no como tal menos importante, el de las personas. El éxito pasa por las personas como el activo más valioso, por lo que las juntas de gobierno velarán para definir estrategias que favorezcan la renovación padagógica y tener un equipo docente con conocimientos y capacidades adecuadas para impulsar la innovación y aportar valor con motivación y compromiso para dar lo mejor de sí.
Con todo, lo que quería transmitir es que las juntas de gobierno de las escuelas necesitan personas que por encima de todo crean en la escuela y participen con voluntad para trabajar desde su propio rol en todos estos frentes y desde la visión global y más estratégica.
Todos estos aspectos deben considerarse cuando incorporamos nuevas personas en nuestras juntas de gobierno.