Actualmente y ante la complejidad de nuestro entorno, con una baja natalidad, una oferta de plazas escolares sobredimensionada, las dificultades relacionadas con el coronavirus y un entorno social y político poco favorable hace esencial e imprescindible encontrar una ventaja competitiva que nos haga ser mejores que otras escuelas.
En realidad, diferenciarse significa tener una ventaja en relación a los demás; tener algo que nuestro público objetivo valora positivamente y que otras escuelas no tienen.
Cuando pensamos en que nos hace diferentes de otras escuelas, a menudo nos centramos en la comunicación pensando que esta nos ayudará en ser diferentes. La comunicación, sin embargo, sólo es una herramienta que nos debe servir para comunicar aquello en que somos diferentes, pero no para conseguir serlo. Si tenemos claramente identificada esta ventaja competitiva, no dudemos ni un momento en hacerlo saber.
Diferenciarse no es comunicar, diferenciarse significa aportar valor a nuestros alumnos, a las familias y eso no es algo que surja de un día al otro. Encontrar esta ventaja, este elemento que nos hace ser mejores, requiere de la reflexión, de hacernos preguntas; ¿Qué hace nuestra escuela diferente de las demás ?, ¿Qué esperan encontrar las familias en nosotros ?, ¿Por qué nos eligen como escuela para educar a sus hijos? y también ¿Qué hacen otras escuelas que nosotros no hacemos y que las familias valoran?
Lo más importante para diferenciarse, es integrar como proceso estratégico esta reflexión; que esta no sea sólo un hecho puntual de cuando las cosas no van bien y hay problemas con el riesgo de perder objetividad. ¿Se imaginan un proceso de reflexión orientado a la mejora? ¿Orientado a diferenciarnos? Estoy hablando de innovación. De un proceso de gestión de la innovación.
Hoy en día, lo que marca la diferencia en las escuelas y en todas las organizaciones, es la innovación. Esta es la principal fuente de mejora de lo que hacemos o de encontrar cosas nuevas.
En un post anterior hablé de las formas de diferenciarse, la primera, por producto y servicio, la segunda, de mejora de proceso, la que hace tres, de mejora de personas y organización y la cuarta, de posicionamiento de marca y marketing. Puede repasar el post y leerlo en este vínculo. Queda una quinta y en mi opinión la única que da paso a las otras cuatro anteriores, la innovación
En las escuelas, no es que no se innove, pero hay es una innovación no consciente, puntual en función de la necesidad que se da. Lo que planteo es un proceso sistematizado que permita aflorar y canalizar con sistemática la innovación que hay en toda la escuela.
Y de qué manera podemos desarrollar un proceso de innovación.
Cuando hablamos de procesos de gestión de la innovación, a menudo lo asociamos a grandes empresas industriales con una componente tecnológica importante. Pero un proceso de gestión de la innovación para una escuela, debe ser un proceso simple, sencillo, donde todo el mundo se sienta identificado y partícipe. Por lo tanto, requiere un cambio de liderazgo que contribuya a un cambio cultural de la organización.
También se requiere de una estructura; todo proceso debe tener una estructura o no funcionará. Las cargas de trabajo en las escuelas, hoy son grandes y la gente no tiene tiempo para más frentes.
Debe seguir las siguientes etapas:
Primera: Generación de ideas, oportunidades y mejoras. De qué manera nos nutrimos, como hacemos seguimiento de lo que pasa, de qué novedades hay en nuestro entorno, en la sociedad, que hacemos para estar al día.
Podemos hacer uso de diferentes herramientas:
-La vigilancia estratégica, estar atentos a lo que pasa a nivel tecnológico, competitivo, de sector, de sociedad, de entorno que nos afecte a nivel estratégico de escuela. Quizás un par de veces al año, el equipo directivo y la titularidad pueden hacer algún tipo de dinámica expresa en este sentido; quizás debemos participar en determinados foros y congresos de prestigio, tal vez debemos estar suscritos a publicaciones internacionales. No mucho más, algunas acciones consistentes, pero programadas expresamente.
-La previsión de hacia dónde va la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad. Como escuela nos es imprescindible para tener al día nuestra razón de ser, nuestro Proyecto Educativo. Lo mismo que antes, pero a otros niveles.
-El análisis interno y externo para saber cómo estamos hacia los demás. La memoria del curso, debería incluir un análisis competitivo de cómo estamos. Nada, una pequeña infografía de los puntos más importantes, fuertes, débiles, ventajas e inconvenientes y propuestas para hacerles frente. Este es un trabajo que deberían hacer cada año los equipos directivos.
-Cambiar el estilo de liderazgo para avanzar hacia una organización que fomente la creatividad y la aportación de ideas y nuevas formas de hacer las cosas; esto significa un cambio cultural en la organización, de cómo hacemos las reuniones, lo que se pide a sus participantes.
-La gestión del conocimiento es también una potente herramienta. Se trata de no pasar nunca por el mismo camino para resolver un problema que se repite. Se trata de recoger nuestro saber hacer en una base de datos compartida. No hablo de grandes fichas ni de grandes bases de datos, pero se imaginan que hacemos un pequeño resumen de una experiencia pedagógica de un trabajo por proyectos de sexto de Primaria, sólo, descripción, objetivos, etapas, resultados, puntos de mejora, etc.
-Y por qué no, hablar de alianzas y cooperación con otros. De hecho, en Catalunya, el Programa de Xarxes pel Canvi d’Escola Nova21, es un buen ejemplo, aunque quizás, lejos de diferenciarnos, nos ha uniformizado.
Todas estas herramientas pueden aportarnos muchas mejoras que pueden acabar siendo una ventaja competitiva para la escuela. Sólo hace falta sistemática para recogerlas y ordenarlas.
Continuamos, la segunda etapa consiste en evaluar las ideas que se han dado. Alguna persona o varias que procesen, ordenen, clasifiquen y valoren bajo unos criterios definidos las aportaciones realizadas. Alguien que da alguna vuelta a las ideas y que empieza a materializar lo que apenas es una visión. Lo más importante es saber si la idea de lo nuevo o de mejora aporta valor a la organización o no. Puede ser una mínima estructura que aglutine la globalidad de escuela, lectiva y no lectiva; por ejemplo, un coordinador de proyectos pedagógicos y una gerencia.
Después corresponde definir lo que se hará para impulsar esta idea o mejora, corresponde dimensionar los recursos necesarios y qué coste tendrá y cómo lo podemos financiar. Dependerá de la organización, pero puede corresponder al equipo directivo trabajar la propuesta para su aprobación ante la titularidad del centro.
De avanzar, entraríamos a la etapa de desarrollo, etapa donde la idea trabajada coge una dimensión de proyecto. En un post anterior, hablé de la gestión de proyectos. Toma sentido aquí, hablar de la necesidad de incorporar una metodología de gestión de proyectos que aporte método para acabar materializando la idea inicial. No pensamos en una planificación estanca e invariable, esto no tiene sentido hoy en día donde todo cambia de forma constante, debemos acostumbrarnos a que la gestión de un proyecto debe ser adaptativa de forma que se considere siempre la posibilidad de introducir modificaciones y cambios en cualquier etapa.
Finalmente habría la etapa de implantación donde deberemos tener indicadores para realizar el seguimiento y evaluación de cómo está funcionando el nuevo servicio, la mejora, la innovación y de si hay que hacer algún tipo de adaptación.
Sé que el día a día de las escuelas es muy complicado, pero pienso que la gestión de los centros educativos debe alcanzar una mayor dimensión e ir más allá de la administración. La gestión debe ir de la mano de la pedagogía, desarrollando y aplicando herramientas de mejora de la organización en el sentido más global. Sólo con mejores organizaciones podremos encontrar una ventaja competitiva y diferenciarnos.