Ahora justo hará medio año que me inicié en este camino de apoyar a las titularidades y equipos directivos de las escuelas concertadas en el ámbito organizativo y de gestión.
La interacción con diferentes centros educativos concertados hace patente la gran preocupación del sector por tener lugar en un contexto marcado por la baja natalidad, la crisis global como resultado de la Covid y una actuación política que posiciona negativamente a la escuela concertada ante la sociedad y las familias independientemente de su carácter.
Durante estos meses he tenido la oportunidad de colaborar con cinco escuelas y organizaciones y he podido captar las preocupaciones de sus titularidades y equipos directivos para hacer frente a nuevos retos organizativos, de gestión de personas, de optimización de procesos, económicos y financieros entre otros. Todos orientados a la innovación y mejora de la organización para tener un buen posicionamiento en el entorno escolar.
Estos días, el reto más inmediato es llenar la escuela. Esto es esencial. Llenar se traduce para las escuelas concertadas en futuro y continuidad, pero también en aceptación y valoración de la sociedad, del barrio y de sus familias hacia su proyecto y eso las motiva a la innovación y mejora con voluntad de servicio público.
Este mediodía, una de estas escuelas me decía que ya tenía todas las plazas de P3 llenas. Me ha hecho feliz por todo el trabajo realizado. Seguro que todo el trabajo hecho en la campaña de preinscripción ha contribuido, pero ¿Pensáis realmente que una escuela llena si no hiciera las cosas bien por mucha campaña de comunicación y de marketing?. Quiero pensar que no. No es que piense que no se deben trabajar los ámbitos de la gestión, lo contrario sería tirarme piedras en el tejado. La gestión aporta eficiencia y eficacia en la organización y eso es positivo. Pero me inquieta la alta competencia entre escuelas para conseguir una preinscripción estos días y pienso que esta función se aleja del sentido comunitario de la educación.
Pienso en la dicotomía pública y concertada y en determinadas actuaciones que alimentan un falso discurso en contra de esta última y que justamente y en cierta forma alimenta también esta competitividad, que en el caso de la escuela concertada no persigue nada más que la su supervivencia.
Realmente ¿Quién habla que la concertada ya recibe fondos públicos se cree que el concierto lo financia todo? Realmente ¿Quién habla de segregación se cree que todas las escuelas concertadas somos iguales? Que poco se conoce el sector o que poco se quiere conocer.
La escuela concertada es diversa, con proyectos tan singulares como diversos, hay grandes y pequeñas, religiosas y laicas, de barrio y globales, donde trabaja gente normal y corriente, como los que trabajan en la pública, con familias y niños como los que hay en la pública, de diferentes ideologías políticas, muchas de ellas cooperativas de familias y de maestros, otras fundaciones sin ánimo de lucro, formas jurídicas con un claro carácter de servicio público a la sociedad desde el su creación e incluso promovidas y defendidas por la Administración por este carácter social.
Se me hace difícil comprender, que, en una sociedad global y multicultural de mentalidades abiertas, donde se defienden los valores democráticos haya quien quiera prescindir de esta diversidad.
Creo que, en educación, se confunde servicio público con el que da la Administración, cuando servicio público es el que trabaja por el "común" incluso desde la iniciativa privada.
Si realmente la concertada es Servicio Público de Educación como sociedad deberíamos de ser capaces de encontrar una solución que integre en este su diversidad. Seguramente lo veo diferente, pero en un contexto de recursos limitados ¿Se valora el efecto que puede tener en la sociedad del futuro prescindir de un servicio público como el de la escuela concertada?